Los ensayos aquí compilados nos acercan, con la curiosidad de la fábula y el rigor del dato, a desentrañar la pasión artística de José Clemente Orozco (1883-1949) por dibujar y pintar manos a lo largo de su trayectoria. Y en contrapunto a esas recreaciones visuales del genial muralista, manco de su mano izquierda a los 20 años, este libro —de miscelánea confección y partidario de la lúdica seducción— convoca en su índice a una galería de celebradores de la mano humana, portento y milagro de la anatomía, fuente del lenguaje y del pensamiento según los estudios de los más exigentes lingüistas.
Por las páginas de La mano siniestra de José Clemente Orozco desfilarán neurólogos, filósofos, piratas, novelistas, escultores, pianistas, magos, políticos, mimos, poetas, directores de cine, músicos, pintores y bailarines que han contemplado las proezas de tales miembros, intentando desentrañar símbolos y enigmas. En su tratado De las partes de los animales, Aristóteles enumera la versatilidad de la mano para enfrentar diversas situaciones: “Porque la mano se convierte en garra, zarpa, cuerno, o lanza o espada o cualquier otra arma o herramienta. Puede ser todo esto porque es capaz de asir y sostener todo”. Pero también, en los antípodas del arte de la sobrevivencia y de la guerra, Víctor Hugo pondera la epifanía sensual de ese par de curiosas y tiernas extremidades humanas: “Dios hizo para el amor, la caricia y, para la caricia, la mano”.