Manuel Ahumada, de niño, leyó a clásicos de la historieta mexicana como “Chanoc, aventuras de mar y tierra” o “Tawa, el hombre gacela” pensando que quizá él podría ser como aquellos dibujantes. Sin embargo al crecer se dio cuenta que el mundo de la historieta era tan desconocido, que ningún padre en sus cabales dejaría que su hijo se dedicara a dibujar “monitos”. Sin embargo, Ahumada de alguna manera logró escapar a ese mundo y desarrollar un estilo propio, urbano y poético, que ha deleitado a los que hemos tenido la fortuna de admirar su trabajo. El cara de memorándum y otras historias, lo demuestra sin duda. Una odisea gráfica extraordinaria.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2012. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.