¿Acaso es tiempo de olvidar este verso que en otra época sacudió a cuantos pusieron la mirada en él: “Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.”? Al menos creo que Janitzio Villamar no lo ha olvidado, y no solo no lo ha olvidado sino que, indudable, sigue estando presente en la vasta biblioteca de su memoria como en la biblioteca de su estudio, donde pasa horas inmersos en sus lecturas después del trabajo. En algún lugar de ambos recintos en honor al placer de Sofía debe existir Altazor, ese dios que trazó una poética en el momento de nacer. Con ello no quiero decir que Villamar sea un seguidor de Vicente Huidobro (aunque sí uno de sus amantísimos lectores); más bien he rememorado este veros porque, mientras yo leía con placer el poemario que nos ocupa: desconcierto, me decía, sorprendido: ¡Qué bárbaro –en el ben sentido-¡ ¡No cabe duda, este poeta se ha vuelto loco…! En efecto, en este reciente poemario deslumbra la erudición con que lo ha escrito el poeta, como bien podemos ejemplificarlo con un fragmento del poema “I”: “No queda margen de locura./ La vida agolpa en el pecho llamas./ Estallan siempre, una y otra vez estallan,/ las llamas estallan,/ en el pecho estallan,/ las llamas siempre estallan.” Pero no solo el goce del poemario está en apreciar las figuras retóricas que hallamos en él –anáforas, onomatopeyas…- . Janitzio Villamar nos conduce a sentir cómo opera la retórica en todo el poemario, los juegos de palabras que evocan otra realdad, como éste: del más pere entre los ástiles, cedero se sostiene”.
En fin, en este poemario hay algo más que la erudición de su autor, en cada uno de los sesenta poemas que la conforman late sorpresivamente el grito de una inmensa soledad que incendia el alma de quien pone la mirada en él, de aquí que el poeta haya reunido estos poemas destellantes bajo el título: Desconcierto.
Martín Jiménez Serrano