En 1757 Pedro José de Leoz es nombrado secretario de la Cámara del Secreto de la Santa Inquisición en la Nueva España. A partir de ese momento inicia una carrera política que lo lleva a ascender social y económicamente mediante una serie de corruptelas y acciones cuestionables que finalmente traen como consecuencia un juicio en su contra. El licenciado Miguel Antonio de Oro consagra sus esfuerzos a la exigencia de justicia para aquellos agraviados por Leoz, convirtiéndose no sólo en su adversario legal, sino también en el cronista que da cuenta de la trayectoria de dicho personaje, en el cual se reflejan las contradicciones de un régimen colonial que comienza a mostrar claros signos de decadencia.