Eliseo de la Sota es el hombre que mueve los hilos de la cultura en una entidad cualquiera. Su capacidad directiva va más allá de la organización de festivales pequeños, obras de teatro, conciertos menores: también mueve la vida de sus cuatro subordinados más cercanos, al grado de la humillación y la crueldad. La suerte de este hombre cuya carrera despegó al valerse de su gris estancia en Francia, trajes en rebaja y adulación sistemática, dará un giro radical al mostrarse públicamente su tendencia homosexual, al salir una fotografía besándose con el legendario Marcelo Combs, el actor que llegó a un pueblito donde la miseria se vuelve servilismo y los anhelos de éxito son el pan de cada día y le sirve de espejo para recordar aquellos días en que también hizo miserables a los suyos.