"De pronto irrumpe la poesía de Mario Islasáinz. Aún en estado embrionario, sin embargo su fuerza telúrica es notable. Es refinado pero es inclemente; es contemplativo pero es porfiado. Se lee, y el espíritu se colma. Porque tiene cosas que decir. Y eso se nota, y no tiene que ver con la maestría del dibujante poético —me refiero al que cuenta las sílabas del verso. Porque los sentimientos lo hacen suyo. Y lo obligan a tomar partido en ese viejo asunto que se llama la vida, y que aquí se traduce como la palabra escrita. Porque si el lector se detiene en cada palabra, advertirá cierta gravedad. Como si todo término de Mario Islasáinz estuviese imbuido de una carga humana imposible de soslayar.
Celebro su libro. Es un poeta en vías de descubrir su propia parcela. Lo va a lograr si es obstinado del perfeccionamiento. Lo demás viene solo". Eusebio Ruvalcaba