Dos señoras una güera y otra como de 45 años, peinadas de salón, entraron hasta donde yo estaba. No me preguntaron ni como me sentía, ni si había comido o algo, sólo sacaron su camarita, la prendieron, pusieron el video y me dijeron: Tú, como tienes tres meses, si abortas, mira como va aquedar el bebé. Me enseñaron un bebé destrozado.
Me preguntaron si yo no amaba a mi hijo y les dije que no era eso, que lo que no quería era estar así, con eso dentro. Entonces me dijeron que tenía que conformarme porque era cosa de Dios. Cuando vino mi mamá le pedí: Mamá digale al doctor que no deje pasar a nadie.
-¿Por qué?
-Porque vinieron unas señoras a enseñarme cosas muy feas y me siento mal.
-¡Ah, no! -le dijo Maria Elena su madre- los del hospital no tienen por qué dejar pasar a nadie. Ellos no son quien para meterse en la vida de uno.
Paulina.
Escribí este libro no solo porque me lo pidieron Marta Lamas e Isabel Vericat, porque es indignante que en un Estado donde el aborto por violación es legal, este le haya sido negado a una niña de trece años. Médicos y asociaciones religiosas se salieron con las suyas en aras de una abstracción. ¿Cómo se atreven grupos religiosos a intervenir en la vida de los demás?
Paulina entró a mis días sin pedirme ella ni pensarlo yo. Me asombró su capacidad de denuncia y su fuerza de niña de catorce años. He aquí la indignación de Paulina hecha papel. He aquí el apoyo de mujeres y hombres y agrupaciones sociales contra el ultraje a la hermanita menor.
Elena Poniatowska.
En 1999 le fue negada la posibilidad de abortar a Paulina Ramírez a pesar de que había sufrido una violación. Los médicos que la atendieron se negaron a interrumpir el embarazo pretextando objeción de conciencia y la pusieron, con tan solo trece años, en una encrucijada vital. De esta manera, una decisión sustentada en creencias religiosas contravino una decisión personal que además estaba protegida por la ley. “Escribí La herida de Paulina no sólo porque me lo pidieron Marta Lamas e Isabel Vericat, sino porque es indignante que en un estado donde el aborto por violación es legal, éste le haya sido negado a una niña de trece años. Médicos y asociaciones religiosas se salieron con la suya en aras de una abstracción. ¿Cómo se atreven grupos religiosos a intervenir en la vida de los demás? ¿Cómo pueden juzgar qué es lo mejor para Paulina? ¿No debería la niña estar en la escuela, platicar con sus amigos, comerse un helado, pensar en el futuro? La Iglesia católica que está detrás de Provida considera que tiene la verdad revelada”.