La División y otros muertos, de Joel Plata (Torreón, Coahuila, 1951), recrea –y reamina– un collage muy poco usual en la poesía mexicana: el del poema otro en sí, el del poema Quién Qué, el del poema aventura. Historia o fábula: azar, todo ironiza al Yo Soy, todo ilumina al Yo Soy, todo lo asciende, armoniza. El caso despliega: creador. El caos despliega: creador. Y un eco –un sueño, una voz– descifra, duerme. Imagina; un Plymouth: álgido, cruza; y Billy, Buffalo: Kid; y Pancho Villa; y un bar. Y Fierro –el jefe–; y Rimbaud; y la hoy fiable calle: Victoria. Poesía del Uno, unidad: huida esquiva, austral. Y hallazgo, alquimia del Ser, lenguaje hermenéutico, íntimo. Poesía –al fin como humor; nostalgia, asombro, actitud. Y anhelo, duda: ascensión. Y el mundo, el múltiple: gira.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 1993. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.