Concierto para un hombre solo es una muestra poderosa de la vigencia de la poesía como un puente entre épocas y sociedades. Mientras la literatura de consumo apuesta por la desintegración del género, por el endiosamiento de la vulgaridad o el mero insulto, Jaime Augusto Shelley se rebela contra una sociedad conformista, contra la miseria de la autocomplacencia y la mediocridad en una poesía que muestra con todo vigor que hay aún quien sabe velar las armas homéricas, quien conoce la virtud de las alianzas entre la música y el poema, y quien todavía es capaz de definir con sabiduría y deslumbrante claridad qué es un poema y cómo se escribe la poesía.
Para ello, Shelley se vale de las formas musicales más clásicas de occidente: desde la suite y el pasacalle o el madrigal hasta la gymnopedia, el dúo y la contradanza, por citar algunas de las fases de este concierto. Pueden contemplarse emociones, circunstancias e impresiones donde se corresponden nuestros modos de ser cotidianos, nuestras aspiraciones y nuestros defectos tanto con humor o con filosa ironía, como con coraje y pasión con la poesía y con la música para deslumbrarse finalmente con un espectáculo que para cumplirse sólo necesita del cómplice lector, de la cómplice lectora.