El anónimo protagonista de esta novela habita los niveles más subterráneos de la sociedad. Un día visita a un amigo que está preso, y ahí conoce a Ingrid, quien va a visitar a su padre, y quien se convertirá en su compañera. Ambos dejan que el desencanto y la vagancia domine sus vidas, provienen de familias destruidas y socavadas por la violencia, y comparten el deseo de sobrevivir como timón. Cuando la violencia estalla, grupos criminales y los ciudadanos hacen que la ciudad revele su rostro más brutal, el personaje se convierte en el guía que conduce al lector por calles sembradas de anarquía, por los sótanos de una sociedad que guarda en sus entrañas más odio, descontento y deseos de venganza de los que muchos podrían sospechar.
El autor de Al final del vacío no duda en llevar hasta las últimas consecuencias el relato de una ciudad que se cae a pedazos, y nos trae, así, una inquietante visión del futuro.