A principios de los años noventa, Diego García era poeta. Amaba el fuego de los versos, la realidad alterada, a su grupo de amigos y a Valeria, la mesera adolescente del bar Zafiro. Diez años después sus obligaciones lo confrontan. Visto desde fuera, su vida parece resuelta: un trabajo bien pagado en un corporativo, un departamento amplio y bien ubicado, un auto nuevo de lujo, una esposa perfecta y alguna amante eventual. A pesar de todo esto, los escenarios de su vida comienzan a maquinar en contra suya, en su oficina lo culpan de un posible fraude; Rocío, su esposa, desaparece tras una pelea en que los celos son el pretexto de su pleito; y comienza a padecer extraños desdoblamientos temporales entre su pasado y los presentes alternos. Estos acontecimientos lo llevan de la autosuficiencia a la desesperación. Su vida comienza a cambiar y se descarna la indefensión humana, el frágil andamiaje de la realidad que nos sostiene. Con obsesividad hiperrealista, Felipe Soto Viterbo dibuja en ésta, su tercera novela, una voz narrativa fría como el delirio, bajo una subtrama que postula la violenta inteligencia de los objetos. Su anterior obra, Verloso, fue seleccionada por el diario Reforma como una de las mejores novelas publicadas en México en 2009.