Enciclopedia de la Literatura en México

Siempre todavía : (Poemas 2006-2007)

Desde aquel poema sinfónico que Tomás Segovia público bajo la definición dramática de Anagnórisis (1964-1967), donde el poeta acepta la herencia trágica y romántica como origen y destino, su obra se desarrolla como consecuencia del ejercicio reflexivo del hombre consigo mismo y frente a los otros. En el probable final de aquel escrito (que como Rayuela tiene diversos caminos y como Piedra de sol no desconoce la naturaleza cíclica del tiempo), Segovia afirmaba saber el sentido de su camino: "reconocer la festiva paciencia que me irá haciendo familiar el mundo". Un mundo que para el poeta, nacido en Valencia en el año fundacional de 1927, tiene como centro de gravedad el amor, así sea este un dios sin rostro, desde un principio lo ya perdido, o la presencia inequívoca de la belleza y el inmenso placer de darse al otro.
¿Pueden las palabras llevarnos a mirar detrás de ellas? ¿Pueden hechizarnos de tal forma que sin desaparecer se vuelvan en verdad lo que pronuncian? ¿Pueden dejar de ser poema para ser vida? ¿Pueden ser tan hondas las palabras como los cuerpos de los enamorados, a quienes su placer hace olvidar que son precisamente cuerpos, y en los jardines del éxtasis, fuera de sí mismos, se convierten en luz? La lectura de Siempre todavía, cuya navegación sucede sobre un mar sereno de notas limpias, pulsadas por un solo instrumento, una sola voz, nos lleva por el camino de la reflexión, de la consciencia, del ensimismamiento incluso, al encuentro con la armonía, cuyos acordes resuenan allá afuera: en el mundo y en la vida. Poesía del conocimiento que, como la de Antonio Machado, nos invita a ejercer el oficio de pensar; palabras del que habla solo, si no para encontrar a Dios, sí por un deseo sincero de verdad, sin aspavientos moralizantes ni malabares semánticos.
Una consciencia intensa del planeta habita estos poemas, un cariño cómplice con el paisaje hace posible el diálogo del hombre con las estaciones y los elementos. Segovia se entrega, dice un inmenso sí y acepta las condiciones de su boda con la vida, pero su amor es interrogación, no evocación: se trata de "La mirada de un hombre/ Que vive de ser hombre/ Antes que de saciarse". Los versos de este libro son por eso un canto a la libertad, a la vieja y nueva libertad, eternamente inaugural y muchas veces silvestre. Liberación del miedo, del odio y de la culpa: la libertad como reconciliación con la existencia, no como negación de sus rigores.
Hace más de cuarenta años, Tomás Segovia se preguntaba: "¿quién de los dos Amor/ fue quién primero negó al otro?". El despecho, el doloroso desprendimiento del seno de lo amado dictaba esta pregunta. En Siempre todavía el poeta comparece una vez más ante sí mismo y ante sus lectores para reconocer el último descubrimiento de un amante incapaz de jubilarse: "supe que el milagro/ No era amar tanto/ Lo milagroso era ser amado".


Eduardo Vázquez Martín

 

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2008. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.