Un inteligente manejo del lenguaje, como un juego pirotécnico de palabras, pleno de imaginación, colorido y musicalidad, caracteriza a la poesía de Rubén Márquez Máximo en éste su primer libro, Pleamar en vuelo, que, desde su bello título anuncia lo antes dicho. En la primera parte del libro, titulada "Viaje", es de destacar el elogio y el gozo del amor: "un viento que derrama sus destellos... / es el viaje hacia nosotros / hacia el agua que te habita / hacia los colores y las líneas de tu cuerpo... / es el viaje por la línea que se abre en medio de tus labios..." / "caigo del beso nuevamente al beso". Además, el amor es encanto y sabrosura en la cotidianidad: "Te abres al igual que una manzana / donde las semillas... / beben el néctar de tu piel jugosa."
En esta poesía hay inventiva y suavidad de las palabras —"somos lusol y luzaura" / "Nos hundimos / hidroetéreos / en una gota de planeta y semen" / "seguir volando / icarizados / nebulentes"—, donde los neologismos "lusol", "luzaura", "icarizados" y "nebulantes" re-inventan y extienden los significados, pequeños ejemplos de los excelenetes logros del lenguaje poético.
La segunda parte, "Postales, es brevedad de poemas breves. Y en la parte tercera, "Poemas de mar y viento", continúa el elogio del lenguaje para el amor: "un caracol corazonando el agua". La musicalidad tiene su mejor logro en el poema XXVIII, llevando el ritmo en la repetición de la palabra "luna" que, usted, lector, podrá comprobar al leerlo en voz alta.