En un medio donde no escasean las grandes entrevistadoras, Cristina Pacheco es excepcional. No se atiene a moldes, no fomenta el distanciamiento, no procura la falsa intimidad, no interroga sólo por trámite, no "improvisa" sentimientos. Por lo común— y La luz de México lo demuestra—Critina sólo exige de sus "informantes" que en lo suyo sean profesionales, gente de oficio. Cumplida esta premisa, ella ofrece sin reservas su atención, que será inevitablemnte la de los lectores. La mayoría de las veces los entrevistasdos responden al ofrecimiento inusitado (la atención inteligente y, en su caso, admirativa) con recursos de cuya cabal posesión no estaban tan ciertos: la sinceridad, la ingenuidad maliciosa, la urgencia de la denuncia, la ternura, la brillantez, la filosofía laboral. Cristina Pacheco explora en la obra, en el trabajo, en la personalidad, en la biografía disponible de su interlocutor, y se acerca al núcleo infaltable donde se mezclan la sinceridad, la vanidad, la modestia precavida, la osadía, el temor. Cristina lo sabe: nadie acepta una entrevista por un solo motivo; nadie responde en una sola dirección.
Carlos Monsiváis
Con su ingenio y avidez característicos, Cristina Pacheco tiende un lazo de íntima comunicación entre la sensibilidad de sus personajes, todos ellos constructores de lo cotidiano y la de sus ya asiduos lectores. Con sus entrevistas, la autora, nos permite conocer diversos aspectos de la vida y labor de los artistas que aparecen en estas páginas: Manuel Álvarez Bravo, Pedro Coronel, Francisco Corzas, Olga Costa, Carlos Mérida, Lola Álvarez Bravo y Rufino Tamayo, entre otros.