Del arrebato lírico-infantil a la duda. Del reconocimiento al saber, al saberse ser del mundo: átomo apenas, pero "cognoscentes"; dueño apócrifo de una voz. La poesía de Daniela Olivares, es, toda, una poesía adolescente: poesía del despertar.
Poesía que, probablemente, no gustará a los eruditos [menos aún a los POETAS], pero que será, sin duda, vínculo fraternal, espejo y espacio, en el que los jóvenes, - y los que así nos recordamos -, hallarán una opción para el diálogo, la reflexión y, quizás para el inicio en la aventura poética...
Porque los poemas de Daniel [ en quien Dios no confía ] son, además de una invitación a la lectura: una incitación a la re-escritura.
C.c.m.m.,a.c.
"Ser poeta es como ser albañil del sol, como ser escultor de adioses. Así define Daniel Olivares el arduo oficio de poeta. Este libro, el primero que el joven autor lanza a los vientos, es un mosaico de emociones, un catálogo de ensueños, en donde refleja su visión del mundo.
Algo notorio contiene este libro de versos, algo notorio y explicable: su afán de búsqueda, sus intentos de dominar y jugar con las palabras; acomete con singilar audacia casi todas la posibilidades del verso, aunque no siempre sale airoso de las pruebas; pero creemos que es una postura y apostura de valía. Cultiva el poema breve y el poema extenso y se ejercita en los versos cortos y en los largos e incluso en los versículos; nos parece respetable esa incesante búsqueda de la forma. Su temática, ya se ha dicho, es el mundo que le rodea: un mundo hecho de palabras y sonidos en los que busca captar y capturar el iris de su emociones particulares y los reflejos solares, medulares, carnavalescos y caníbales de la vida misma."
Otto Raúl González