Los poemas que el lector tiene entre sus manos se definen por la precisión en la aventura: una intensa y meticulosa travesía de los sentidos por las variedades de la experiencia; pero también se definen por la aventura de la precisión: esa misma experiencia recogida, al cabo de los años, en palabras decantadas, exactas.
Nacer a cada instante discurre por las alcobas de tarde y los voladeros del amor, por el río de la noche y los espasmos de la muerte, por la indignación inclemente en las máscaras propias, y la incursión radical en cada fragmento de tiempo hasta develar su rostro y nombrar su seña.
La poesía de Roberto Diego Ortega suma a la claridad lírica los estupores elegiacos y la tensión continua –dramatizada como una alteridad- con el vehículo mismo de sus contriciones y sueños: el lenguaje. “Y tenemos tan poco tiempo para nacer en este instante”, dice Saint John Perse en una advocación de las páginas interiores. Esta certeza, esta lograda urgencia, cruza por cada uno de los poemas que integran este libro.