Las cartas literarias han sido un medio privilegiado para que los sabios de diversas disciplinas transmitan sus conocimientos a los jóvenes, ansiosos o inseguros por iniciarse en su profesión. Ahí están los celebres ejemplos de Rilke, Vargas Llosa y Siqueiros. Pero esta preocupación por compartir los conocimientos y experiencias de toda una vida no es exclusiva de escritores y artistas; también la comparten los hombres de ciencia, y tal es el caso de Federico Ortiz Quezada.
Cartas a un joven médico conjuga las dos grandes pasiones de su autor: la medicina y la literatura. A través de 28 cartas, el doctor Ortiz Quezada se manifiesta por una medicina con vocación humanista, al tiempo que reflexiona sobre el sentido último de esta profesión, sobre la naturaleza del sufrimiento y sobre la condición pluridimensional del ser humano. Asimismo, hace una severa crítica de los principales vicios de la medicina moderna: la superespecialización, la tecnificación y la burocratización.
Este libro puede leerse como una historia de la ciencia médica, cuyo foco o eje rector es la relación entre escritura y medicina, pues para el doctor Federico Ortiz Quezada ambas disciplinas persiguen el mismo fin: la comprensión del hombre y lo humano. Una y otra se complementan en la misma búsqueda.