Brenda cierra la caja registradora, se machuca el dedo índice, lo lleva a la boca y se da un beso. Gira a ver a la dueña. Esa es la pregunta que todos se hacen antes de dormir, la pregunta que quita el sueño, la pregunta bendita, la pregunta increíble, la pregunta nacional. La pregunta impertinente para unos, la pregunta inverosímil para otros. La pregunta del millón. La Pregunta. Silencio de Brenda. No sé -silencio otra vez. Es la respuesta común, mayoritaria y democrática. ¿Quién diablos sabe qué hacer con su millón? ¿Tú? ¿Ellos? ¿Yo? Mucho menos Brenda. -¿Cómo que no sabes? -replica la patrona. Y es natural, tan sólo ha pasado un par de días desde que se dio -la noticia-. Podría decirse de muchas formas, incluso se dijo y explicó de muchas maneras. Debates intensos y largos en la TV y en las mesas de discusión de los programas de la radio. Miles de artículos en el periódico, no sólo en los diarios nacionales, también en los diarios extranjeros. Es la primera vez que sale el nombre de nuestro país en primeras planas de países de Europa del este, de África y del sur de Asia. Es la noticia desde hace dos días en todo el globo, varios gobiernos ya evalúan imitarla. Pero no es fácil, nada fácil. Pocos en contra, muchos a favor. ¿Quién no va querer su millón? Aunque parezca increíble algunos no quieren que se venda. Pero el trato está hecho. El gobierno develó que llevaba más de un año en negociaciones. Exactamente quince meses de largas discusiones, de argumentar y contraargumentar de manera oculta, secreta, en algunos casos hasta clandestina. Todo por el bien de la gente, sobre todo de los pobres.
La premisa es poderosa, PEMEX se privatiza y cada mexicano le toca cobrar un millón de dólares. Andrés Torres Scott irrumpe en la escena de las letras de Chiapas con un intenso relato que administra la trama de manera inteligente en cada página proponiendo sutilmente continuar el recorrido de cada línea sin oponer la menor resistencia. Ganadora del Premio de Novela Rosario Castellanos 2007, la obra abre un inmenso espacio por el que la creatividad del resto del país penetra y reconforta a las letras hechas en Chiapas.