Algo de boxeador tiene cada periodista. Marco Aurelio Carballo, más que ningún otro. El Soconusco, esa franja de tierra tropical bajo la tutela del Tacaná, se ha convertido en el escenario perfecto y quienes lo habitan en actores de una obra infinita. MAC ha realizado uno de sus mejores trabajos periodísticos, envuelto en la funda de una gran novela. El retrato que realiza de su tierra natal y de quienes comparten con él la denominación de origen, es preciso, nítido. Esta obra es un excelente pretexto para acercarse a lo soconusquense y de paso asomarnos a las correrías de un pequeño vendedor de diarios; a la reflexión del boxeador en ciernes que pierde su primera y única pelea; al joven prófugo que tras reprobar la escuela huye en tren pensando que despertará en la quinta avenida de Manhattan pero es alcanzado por su padre apenas en Oaxaca; al andar de un escritor que ha sobrevivido a más de un editor asesino. Soconusquenses es una catarsis perenne. Obra singular que desde ahora toma el carácter de imprescindible y amena consulta para todo lector.