Estos poemas tienen marcha propia. Algunos lo llaman energía solar, otros lo llaman una torpe y bonita inercia. Rolando por una ciudad que no termina ni comienza en punto alguno, en este poemario el tiempo se derrite como helado sobre el pavimento. No importa llegar ni irse, porque llegar e irse son, para fines prácticos, lo mismo... Impulso tras impulso, Xitlalitl Rodríguez quiebra cada esquina de esta alucinación que llamamos nuestras vidas. Porque decir que son "nuestras" o que son "vidas" son solo palabras arrojadas desde un triciclo rojo.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2013. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.
