Desde que en la segunda mitad del siglo XVI Montaigne dio nombre a lo que hoy consideramos como "ensayo", el número de sus cultivadores creció más y más en número y prestigio y es tal vez hoy el género literario de mayor resonancia lo mismo en los campos de las ciencias que en los de las humanidades. Todas las grandes proposiciones intelectuales de la época moderna se han hecho públicas a través de algunas de las modalidades del ensayo. Pero, a diferencia de otros géneros literarios, el ensayo tardo mucho en ser considerado como un asunto de la teoría de la literatura. Su carácter proteico, su heterogeneidad, su dispersión podría decirse, lo convertía en algo resistente a la definición y al análisis. La sola exigencia de que fuera tratado precisamente por medio de otro ensayo lo ponía en una suerte de mise en abîme o de juego de espejos que parecía descalificarlo como objeto de estudio. Liliana Weinberg, distinguida profesora en investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, venía trabajando hace años sobre este tema aparentemente irreductible. Tenía antecedentes ilustres: Bacon, Locke, Voltaire, seguidos por innúmeros y deslumbrantes autores como los tratados en la presente obra, que se dedica también a la crítica: Lukács, Adorno y otros maestros dejaron su impronta en tema tan difícil. Estos y otros maestros habían dejado su impronta en tema tan difícil. La doctora Weinberg ha retomado esa herencia excepcional, la ha desarrollado con talento, y nos brinda hoy el resultado de esa intensa labro. Pensar el ensayo es título que, aun con todo lo que implica, se queda corto. El lector apreciará en este libro la profundidad y amplitud de esa reflexión, la agudeza con que se exponen los problemas que a cada paso se suscitan (el carácter paradójico del ensayo, poético, inteligente, vivencial, ideológico, moral) y la elegancia con el que está escrito.