La vida de la venerable madre Isabel de la encarnación escrita por el licenciado y presbítero pedro salmerón, combina los últimos paroxismos de lo imaginario medieval y el misticismo español en una de las primeras hagiografías femeninas del nuevo mundo. Nacida en la puebla de los ángeles en 1594, cuando murió, en 1633, las exequias reunieron uno de los mayores y más lúcidos auditorios que se han visto en esta tierra. Cuando Isabel de la encarnación murió el lunes postrero de febrero, año de mil y seiscientos y treinta y tres, la catedral de puebla se alborotó tanto que no había espacio cuando el cabildo eclesiástico llegó para hacer las exequias, pues -como dictamina el licenciado salmerón- fue uno de los mayores y más lúcidos auditorios que se han visto en esta tierra y decían personas graves que parecía concurso de Madrid. No obstante, Isabel de la encarnación era de puebla y, justamente por ese motivo, el autor la celebró como un ejemplo a emular. Incluso alude a la posibilidad de que pudiera inspirar a los otros fieles poblanos porque era uno de nuestra misma patria, y, por esto, podría servir para despertar nuestra tibieza y flojedad. Además, tan excelso ejemplo de la espectacularidad de la vida de la carmelita descalza es sólo uno más de un largo, explícito, relato épico de las hazañas espirituales de esta monja.