Nicolás y Lena Shul se separan cuando estalla la guerra en su país: él se exilia en su patria chica, pero ella, parte de la resistencia, permanece en la ciudad donde su rastro se pierde. Sin saberlo, Nicolás se dedica a esperarla, intentando ubicar su rostro entre las hordas de refugiados que llegan. Y mientras, se relaciona con la dependienta de la pensión donde se hospeda. Décadas después, el hijo de Nicolás también tiene su propio affaire con una joven que confunde, o desea confundir, con un viejo amor. No obstante, el vínculo que existe entre ellos dos es más profundo que esa fallida coincidencia. Al final, como si se trataran de las cuerdas de un violín, las voces de este cuarteto confluyen en una sola, la de la nieta de Nicolás, quien revelará la cruda verdad del final de Lena Shul.