Ningún literato cuenta con la seguridad de que hará algo importante, la mano va cambiando, detrás de ella se encuentra el oficio, el talento, la ambición y la suerte, siendo ésta la más dudosa, pues, ¿quién puede saber que sus escritos vayan a conservar esa "suerte" después de cincuenta años? Juana Meléndez tiene casi cuarenta años de estar escribiendo, dan testimonio sus varios libros pero, no se puede predecir si algo de ellos perdurará. Lo que sí no se puede negar es su valiosa colaboración a la cultura.
En el presente volumen hay una temática diversa, son poemas que no renuncian a la fuente vital, instantes plenos de silencio, de tensión, fieles a la realidad humana, al tiempo y a su amor por la creación literaria, sin desdeñar la forma más concentrada de la creación verbal: el soneto.
Sin rugidos ni aspavientos ha preferido enriquecer sus horas de soledad mediante la proyección de la mirada en la voz, percibiendo con corazón y sentidos, como intermediarios, ansiando el aire que alimenta amaneceres rebosantes de mejores tiempos, para desterrar el peso de la sombra que cubre al nostálgico animal que somos.