Los cuentos de Los colores de la noche pretenden unirse bajo la fascinación de la oscuridad, pero el lector va descubriendo que incluso más negro existe una amplia gama de matices, iluminaciones de la oscuridad que son tan luminosas o más que la luz del medio día. Así ese cielo oscuro, encapotado se suele decir, es también un abanico de diversidades, como su libro, pues un cuento es diverso del otro y a la vez parte integrante de un conjunto: Colores y no color, pues el plural es parte del sentido del libro mismo. El autor quiere justamente esa unidad de lo diverso tan difícil de conseguir, y no solo en el nivel anecdótico o estilístico, sino en el atmosférico, en el de la intensidad y en el del humor, que es siempre una distancia. En un país con una larga y rica tradición de cuentistas parece que ya no es posible volver a sorprender, y sin embrago León Guillermo Gutiérrez, sin afán de originalidad, entrega al lector relatos con rigor forma y lata experiencia literaria-fue finalista en el concurso Letras de Oro de la universidad de Miami en 1999-que los vuelven un placer para el lector.