Dentro de la historia del panorama de la historia de Latinoamérica, l presidente absoluto, en sus numerosas modalidades (militar, civil, ilustrado, ignorante, etc.) es un personaje que ha atraído la atención de destacados escritores. El primero que se ocupó del tema fue Domingo Sarmiento, con su novela biográfica Facundo. Después, otros novelizaron la figura de tirano basándose en dictadores reales, imaginándoles o fundiendo fantasía e historia; así tenemos: Tirano Banderas, de Valle Inclán; El señor presidente, de Asturias; El recurso del método, de Carpentier; Yo el supremo, de Roa Bastos; El secuestro del general, de Aquilera Malta; Las fieras del trópico, de Arévalo Martínez; Maten al león, de Ibargüengoitia; El gran solitario de palacio, de Avilés Fabila y El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez. A esta saga añadimos ahora El pornócrata, de Gonzálo Martré, novela corrosiva y desaforada que satiriza las manías sexuales de un presidente, elevadas a la jerarquía de leyes gracias a su poder absoluto. Martré introduce una variante en lo escrito por sus predecesores, quienes recrearon al tirano vitalicio. El pornócrata gobierna por un periodo sexenal y ello permite reducir el tiempo de su auge y declinación, lo cual agiliza el relato y el estudio sociopolítico que entraña resulta muy ameno.