El lector tiene en sus manos una insólita obra en el panorama de la literatura de Hispanoamérica. Aquellas máscaras de gesto permanente es una novela ubicada en la tradición de aquellos libros que transformaron la novelística en nuestra lengua. Además, forma parte de una trilogía que intenta, a su modo, establecer una parodia del realismo mágico, del barroco, e incluso de la modernidad varguandista, pero desde la profundidad misma del lenguaje de la exageración. En estas páginas, la narrativa se autocaricaturiza y ejecuta el infinito juego de máscaras: desmesura verbal a veces enloquecida, paradójica, hilarante, hermética, fantasiosa o absurda. Todo es real en el ámbito de una trama que obedece a sus propias leyes y conduce, por deslizamiento, a cierta sobrenaturaleza. Máscaras o marionetas de un mundo ficticio: realidad virtual donde las apariencias, los gestos y las fórmulas constituyen la esencia de la vida, las claves íntimas de la historia y de la conducta individual. He aquí una cadena, más bien orgiástica de materiales añadidos a lo real. Todo surge de la realidad, aunque todo se transfigura.
Lavín Cerda en una novela totalizadora y fecundante. Parodia, farsa y sátira del erotismo, de los mitos, de la crueldad, de los lenguajes de Hispanoamérica, de los léxicos de diccionario de las virtudes culteranas, de las redes ocultistas. Ironía, humor sin límites: torturas del ser y del existir. Una especie de carnaval ontológico. Un carnaval donde los diálogos se rinden, por último, al dominio del destino babélico. Parodia de la Historia, de los homenajes fúnebres, del universo onírico, de los enmascaramientos lingüísticos, del poder de la fuerza bruta a lo largo de Latinoamérica. Babel de creencias múltiples, gestualidades y hábitos. Metamorfosis y carnavalización de las culturas. Metáfora tragicómica de la condición humana. Coreografía circense.
