Hace cien años, a principios del siglo XX, en un pueblo imaginario de nombre Brumalia, envuelto en una atmósfera de presagios y supersticiones, se inaugura la luz eléctrica, suscitándose una serie de fenómenos, casi sobrenaturales, que culminan con una plaga de langostas que devasta la provincia y que los lugareños atribuyen al invento lumínico. En ese lapso, los habitantes van revelando sus secretos permitiendo enterarnos de su vida íntima saturada de resentimientos, pasiones veladas, amores frustrados, traiciones, infamias y fanatismos. Mientras la plaga devora todo signo de vida natural a su paso, otro infortunio, quizá peor, carcome la conciencia de cada brumalense.
La eterna noche de Brumalia de Rafael Junquera (Orizaba, 1941), es una novela que si bien transcurre en el último tercio del siglo XIX, alcanza plena vigencia cuando las debilidades y temores de sus protagonistas actúan como los hombres de nuestro tiempo ante toda innovación y modernidad. Ayer, como ahora, la soledad y la indefensión siempre afloran en el hombre ante los retos que supone lo desconocido.
La profunda ironía que habita la narrativa de Rafael Junquera es el eje que mueve a sus personajes. El reconocimiento que el autor tiene de la naturaleza humana logra hacer de La eterna noche de Brumalia una singular novela que nos ayudará a comprender las sinrazones de este siglo que comienza.
