La poesía de José Javier Villarreal es una partitura. Su ritmo, arraigado en un profundo placer por los clásicos, es un juego constante, cambiante. Música para la imagen, música para pelear en la guerra que debate a Occidente, para conquistar lo inalcanzable, para lograr el canto. Música para la intimidad o para el tono álgido del poema épico.
Su poesía por ser música es combate, fuerza, intensidad. Las imprecaciones, los guerreros convertidos en ángeles, el blanco que puede conducir al cielo o ser centro donde peguen los tiros "de tus propios soldados", constituyen los elementos de su noche; ese largo camino de su creación poética.
Poder ver a través del oído, reflexionar a través de la imagen, golpear de un norte a otro, de los mares vikingos a los océanos desérticos del norte de México. No en balde el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1987 se otorgó a un poeta nacido en el norte: Tecate, Baja California, 1959; no en balde reside en Monterrey: "lejos del lugar de las cortes"; no en balde la poesía puede también conducir a la batalla.