Tolvaneras, de Alejandro Badillo, es una travesía narrativa que pretende llevar al lector a una experiencia fantástica: personajes nacidos de sueños; habitantes de páramos o tierras baldías; animales fabricados con la luz y la sombra, y sobre todo, el eterno polvo que recorre cada realidad de este libro. La semántica cruza los límites de la narrativa y la poesía. Los seis cuentos que dan vida a Tolvaneras despliegan pesadillas capaces de hacer escapar al mundo.
Los relatos son ráfagas de viento que galopan sobre la imaginación, y seducen al lector con la palabra: símbolos y signos deambulan de manera libre y eficaz entre cada cuento. Mujeres y hombres extenuados y sensibles: acostumbrados a distinguir la luz o la oscuridad en la penumbra.
El sol, los espejos, las manos blancas, los pisos incandescentes o los licores de fulvos; una niña curiosa, un alquimista obsesionado o una carretera sembrada con esqueletos son los personajes que dejan a su paso un sedimento de luces mortecinas. Las imágenes que logra el escritor enfrentan al mundo cotidiano y violento, pero se vuelven significativa en los relatos.
La prosa de Badillo es un remolino de polvo que atrapa al lector en cada frase y lo invita a perderse entre las páginas de Tolvaneras.