Para ello, deben competir en una prueba macabra: fingirse muertos ante un teatro vacío, en sus respectivos ataúdes que pueblan el escenario, frente a un juez que nunca da la cara pero que periódicamente descalifica a los que cometen el error de parecer vivos.
Poco a poco la contienda irá tornándose más y más equívoca y siniestra hasta que se descubra que los niños contienden por algo mucho mayor a un mero papel estelar: salvar a un ser querido.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2010. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.