Es inevitable descubrir un día que la vida no es para siempre. Este descubrimiento sucede a veces cuando encontramos a nuestro pez flotando en la superficie del agua en nuestra pecera, a veces cuando nuestro gato no vuelve a casa, a veces cuando nuestro perro ya no consigue salir de su casa. En ocasiones, sin embargo, la revelación sucede con la enfermedad de nuestra abuela o con el inesperado accidente de uno de nuestros primos.
A pesar de las aprensiones de los adultos, la edad en la que suele descubrirse la triste noción de la mortalidad es la niñez. Invariablemente es durante la niñez cuando topamos con la verdad de que la muerte forma parte de la vida. Siempre es un triste descubrimiento. Pero lo que casi nunca pensamos es que en ese momento todos descubrimos también que aún siendo niñas y niños desarrollamos la capacidad de aprender a vivir con esa verdad. Este libro es una colección de historias - biográficas, verídicas, y ficticias -sobre la primera confrontación de la mentalidad infantil con la muerte. O sea, que hay muchas historias de niñas y niños que un día se convirtieron en conocedores de la verdad.
El secreto es que nunca estuvieron solos. En este libro, como en los grandes libros de viaje, hay un narrador como capitán de barco que va guiándoles en este viaje para ofrecerles una perspectiva empática y enternecida de las distintas variantes de la experiencia de la finitud (donde a la muerte se le teme, se le huye, se le sufre, se le conjura, se le desea, se le perdona, se le corteja y en donde en ocasiones, incluso, se consigue fraternizar con ella) El libro que se muere es entonces un amoroso ir de la mano, acompañando benignamente a las distintas niñeces en este inevitable descubrimiento.
A pesar de las aprensiones de los adultos, la edad en la que suele descubrirse la triste noción de la mortalidad es la niñez. Invariablemente es durante la niñez cuando topamos con la verdad de que la muerte forma parte de la vida. Siempre es un triste descubrimiento. Pero lo que casi nunca pensamos es que en ese momento todos descubrimos también que aún siendo niñas y niños desarrollamos la capacidad de aprender a vivir con esa verdad. Este libro es una colección de historias - biográficas, verídicas, y ficticias -sobre la primera confrontación de la mentalidad infantil con la muerte. O sea, que hay muchas historias de niñas y niños que un día se convirtieron en conocedores de la verdad.
El secreto es que nunca estuvieron solos. En este libro, como en los grandes libros de viaje, hay un narrador como capitán de barco que va guiándoles en este viaje para ofrecerles una perspectiva empática y enternecida de las distintas variantes de la experiencia de la finitud (donde a la muerte se le teme, se le huye, se le sufre, se le conjura, se le desea, se le perdona, se le corteja y en donde en ocasiones, incluso, se consigue fraternizar con ella) El libro que se muere es entonces un amoroso ir de la mano, acompañando benignamente a las distintas niñeces en este inevitable descubrimiento.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2011. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.