La actualidad poética instalada así por Gilberto Castellanos abolió el espíritu de la poesía neoclásica y tardía guarecida durante tanto tiempo en Puebla. El poeta desde entonces ya sustentaba su voz en una rigurosa cohesión temática y métrica al decirnos lo que perciben sus sentidos, y con ello hizo de sus poemas una obra sólida, rotunda, árbol de hondas raíces y generosa y alta fronda.
En la obra de Gilberto Castellanos se advierte, de principio a fin, un programa de escritura que «deletrea» el infinito con una precisión gramatical que traspasa lo filosófico, que quiere renombrar su entorno dando razón y cuenta de sus frutos desde una «inmediatez oblicua». Por eso la personae de este poeta mayor recorre sus poemas: admite la identidad lírica a condición de que comulgen carne y légamo.