En Visitaciones del porvenir, Félix Suárez traza un recorrido por la tradición de Occidente, a partir de las lecturas y el imaginario heredado desde los griegos, siendo la tragedia el género donde se confronta el designio del destino y su fatal realización. De esta manera, el ensayista propone una comparación de estos temas con la tradición bíblica y la cristianidad, en la época del Oscurantismo, evidenciando la ruptura de estos nuevos principios, donde el presente se determina por la concepción de un futuro eterno. Mientras que para los griegos es el oráculo quien dicta el destino, a través de imágenes y metáforas que deben ser interpretadas por el mismo hombre, en el Antiguo y Nuevo Testamento es el sueño profético el que revela la voz de Dios, designios y preceptos sin elementos retóricos, que deben ser obedecidos y llevados a cabalidad para lograr la salvación.
Es con la aparición del cristianismo con el que se condena la oniromancia, pues es considerada una herejía, un mensaje del demonio, dejando estigmatizados los temas relacionados con los sueños y el destino. Sin embargo, esto no va a evitar que se siga practicando y que en las leyendas y en los textos de la Edad Media vuelvan a aparecer los sueños proféticos, las interpretaciones y con ellos el uso de la metáfora. De ahí la revelación que implica el Romanticismo alemán, al volver a traer a la tradición aquellos temas fundamentales de la existencia que habían quedado excluidos. Sólo en la poesía, que es decir proyectante, el tiempo vuelve a su primigenia concepción circular.
De esta manera, Félix Suárez termina el recorrido con san Agustín y la concepción de la realidad en los tres tiempos convencionales, donde de espera el futuro, se observa el presente y se convoca el pasado, como una propia reconciliación en la tradición Occidental. Visitaciones del porvenir es un ensayo destinado a perdurar, ya que en la actualidad —y a partir de los dictados de Nietzsche— el hombre continúa preocupado por su destino.
Diana Rodríguez
