Realizó los estudios elementales en Arandas, Jalisco; continuó, de manera autodidacta, su formación humanística en la biblioteca de su padre. En 1913 se inscribió en la Escuela Libre de Derecho, que abandonó al año siguiente. Se integró al Centro Bohemio, conformado por José Guadalupe Zuno, Jesús S. Soto y José Clemente Orozco, entre otros, con quienes participó en la publicación de periódicos revolucionarios, donde publicó prosas y versos satíricos bajo el seudónimo de "Chencho Pitarrillas". Participó en el movimiento político que concluyó con la renuncia del gobernador Basilio Vadillo (1922) y, con el apoyo de Zuno, fue diputado local en 1921 y de 1923 a 1925. Fue director de Educación del Estado en cuatro ocasiones, entre 1927 y 1933, periodo durante el cual instaló la Comisión Técnica de Educación (1931). Algunas de sus colaboraciones periodísticas aparecieron en El Oriente de Jalisco, de Arandas; en la efímera Campo (tres números, de noviembre de 1930 a marzo de 1931); en Blusa Roja y en El Occidental, de Guadalajara.

Manuel Martínez Valadez escribió un par de libros de poesía: Visiones de provincia y Alma solariega, que se caracterizan por la melancólica evocación, aunque no exenta de ironía, de la inocencia de la vida cotidiana, las fiestas y el trato social de la provincia: las mujeres anhelantes del amor conyugal, los castos noviazgos y los acontecimientos notables que rompen la monotonía cotidiana, como el circo o los toros. La crítica ha señalado ciertas afinidades con la obra de López Velarde en cuanto a los temas provincianos y al sincero catolicismo de los dos poetas, pero estética y espiritualmente son antitéticos. A manera de homenaje póstumo, la revista Eos, dirigida por Juan José Arreola y Arturo Rivas Sainz, editó Del villorrio quieto, una antología de las obras del autor, en la que se incluyeron algunos poemas inéditos. Como educador escribió un libro de lecturas para niños y propugnó por fomentar en ellos la creación literaria.