1995 / 19 sep 2018 15:08
Ausencia de tragedia y de pasión, displicencia y una vaguedad entre sentimental e irónica son las características de los sonetos que José Antonio Muñoz reunió con el título pertinente, Lectura para días nublados (1925), del que copio este curioso:
(Descanso dominical)
Ciertas damas son jueves,
otras viernes o lunes,
mas todas son comunes:
ya largas o ya breves
Menos tú, que me mueves
a cantar, que desunes
mi fastidio, del lunes,
mi cansancio, del jueves.
Aquí donde me extingo,
aquí, donde me canso,
de todas te distingo,
pues tú, que eres remanso,
como el día domingo
me sirves de descanso.
El único libro de Muñoz lleva preliminar de José de J. Núñez y Domínguez y Enrique Fernández Ledesma y un singular apunte en que el autor de Lectura para días nublados explica “Cómo escribo”. Refiere que por cambiar de temperatura o por afecciones digestivas y nerviosas padece “intensa depresión orgánica”. Entonces, distraído, no escucha, nada externo le interesa, se vuelve incapaz de sumar, restar, multiplicar y dividir, y sin darse cuenta, comienza a escribir. “Restablecido de mi pálido mal, dejo de ser poeta.” Cuando escribía Muñoz, la escritura automática apenas se estaba inventando.