Manuel Larrañaga [y] Portugal nació en Guanajuato el 15 de agosto de 1868 y murió en la Ciudad de México en 1919. Sus restos descansan en el Panteón Civil de Dolores. Sus padres fueron Carlos María Larrañaga Díez de Bonilla y Carmen Gómez Portugal. Fue descendiente del médico Ildefonso Portugal, uno de los mártires de Tacubaya. Contrajo matrimonio con Guadalupe Márquez [y] García-Rebollo el 12 de noviembre de 1896, en el templo de San Cosme y San Damián de la Ciudad de México. Sobre su instrucción escolar no hay datos.
En cuanto a sus empleos en el gobierno, se sabe que fungió como jefe de sección de Instrucción Pública en la Dirección General de Instrucción Pública (1896); diputado propietario por el estado de Guerrero en la XIX Legislatura (1898-1900); jefe político por el distrito de Ixtlahuaca, Estado de México, de manera intermitente (de 1901 a 1903), y, más tarde, diputado suplente del segundo distrito del estado de Puebla (1908) y diputado por el estado de Chiapas (1911-1912). Formó parte del Círculo Nacional Porfirista desde 1899; en 1900 publicó un folleto en favor de la reelección del general Porfirio Díaz, y el 2 de abril de 1909 integró la Convención Nacional Porfirista como prosecretario.
Con Chapultepec: poema histórico —oda a la trágica defensa del Castillo de Chapultepec— ganó un concurso de poesía patria en 1887; el premio consistió en la publicación de la pieza a manera de separata, lo que le valió diversas menciones en numerosos periódicos. Este y otros poemas de tema nacional le granjearon a Larrañaga la estima de uno de los poetas más importantes del momento, Juan de Dios Peza, quien lo reconoció como digno heredero de la labor del maestro Altamirano, como parte de la escuela que él más amaba y con las tres características que más encomiaba en los poetas: “pensar alto, sentir hondo y hablar claro”. Posteriormente, el autor fue galardonado con otro premio por su elegía Morelos.
En 1892 Larrañaga formó parte de la comitiva que recibió a Ramón del Valle-Inclán; por esa razón fue designado por el escritor español como padrino en su desafío con Victoriano Agüeros, director de El Tiempo. El motivo del enfrentamiento fue la publicación, en dicho periódico, de una carta firmada con el seudónimo de Óscar y en la cual se hablaba contra la actuación de los “gachupines”.
Con otro poema de tema histórico tomó parte en el concurso literario del Primer Almanaque Mexicano de Arte y Letras para 1895, en el cual fue publicado. Asimismo, ganó el concurso de libretos de zarzuela organizado por El Mundo, con el título Sobre el océano. Ese mismo año le escribió una carta a Amado Nervo con su juicio sobre El bachiller, el cual fue incluido por Nervo en la segunda edición de la novela corta.
Durante las fiestas del centenario de la Independencia, en la segunda parte del programa de homenaje a Miguel Hidalgo y Costilla, las alumnas de la Escuela Nacional 105 cantaron un Himno a Hidalgo con letra de Larrañaga y música del maestro catalán Luis Gimeno Jordá.
A los veinte años Larrañaga publicó su único libro de poemas, Flores de iris (1893), colección de diecinueve sonetos, en su mayoría dados a conocer con anterioridad en la prensa periódica entre enero y septiembre de 1893 (El Partido Liberal, El Mundo y La Ilustración de Guatemala). El libro salió bajo el sello editorial de Eduardo Velázquez; no se cuenta con mucha crítica de la época. Ese mismo año, en el diario El Combate, el autor prometió que vería la luz una colección de poesías llamada Páginas a la patria, con más de sesenta romances, pero no se ha encontrado constancia de su impresión. Dejó inconclusos los proyectos de dos libros más: Flor de luna o Mextlixóchitl (1894) y Púrpura (1898), de los cuales se tiene noticia por comentarios de coetáneos y alguna publicación aislada que, según se anunciaba, formaba parte o prometía ser incluida en uno de aquellos títulos.
Larrañaga Portugal participó activamente en la prensa mexicana de finales del siglo xix y principios del xx. La mayoría de sus colaboraciones las firmó con su nombre completo: Manuel Larrañaga Portugal, aunque, al decir de María del Carmen Ruiz Castañeda y Sergio Márquez Acevedo, usó también los seudónimos Apollo y Phobios Apollon en una polémica que sostuvo con Pierrot (seudónimo de Pedro Escalante Palma): “¿Para qué sirven los poetas? Carta abierta a Pierrot”, entre octubre y septiembre de 1896, en la edición diaria de El Mundo.
A partir de 1890 fue redactor en El Correo Español, donde aparecieron alrededor de cuarenta colaboraciones suyas, en la columna “Con mi musa” (mayo de 1890-agosto de 1892), en la cual incluyó doce textos de otros poetas mexicanos. También se desempeñó como jefe de redacción de dicho periódico hasta su retiro temporal, en noviembre de 1892. A su regreso inició la columna “Álbum poético español”, en la que dio a conocer, en 38 entregas, a escritores ibéricos (noviembre de 1894-febrero de 1895). Fue responsable de la gacetilla y de los artículos sin firma de El Siglo Diez y Nueve durante 1893, además de colaborador asiduo de otras publicaciones, como El Mundo Ilustrado, la Revista Azul, la Revista Moderna, La Voz de México y El Partido Liberal (1893-1901). En El Mundo Ilustrado tenía a su cargo la página literaria, en la que presentaba a poetas desconocidos de provincia o de la capital y donde colaboraron diversos escritores.
También fue redactor de la revista yucateca Pimienta y Mostaza (Mérida, 1892-1903), cuyo director-propietario era José Gamboa Guzmán, y su secretario de redacción, Pedro Escalante Palma. Se le nombró jefe de redacción del periódico La Aspiración Nacional en 1894; redactor en jefe de la Revista de la Instrucción Pública Mexicana (1896-1902), y director de la Gaceta Oficial del Estado de México (1901). En 1906 ocupó la jefatura de redacción de El Diario, periódico fundado por Ernesto T. Simondetti el 13 de octubre de ese año. La publicación estaba bajo la dirección del diputado Juan Sánchez Azcona hijo; Rafael de Zayas Enríquez se encargaba de la subdirección del suplemento de los domingos, y en la factura artística se hallaba Carlo de Fornaro. Larrañaga fue asimismo fundador y editor del semanario El Pueblo (1908), editor de Frivolidades. Semanario Ilustrado y jefe de redacción de El Hijo del Ahuizote (1912-1913) y El Nacionalista, edición de la tarde de El Diario (1917).
Formó parte de algunas asociaciones, entre ellas el Ateneo Mexicano (1888-1889); el Círculo Artístico y Literario, cuyo director era Manuel Pérez Bibbins y del cual fue presidente (1891), y la Sociedad Gratitud Nacional (1895-1897). Fungió como prosecretario (1892) y segundo prosecretario (1893) del Liceo Mexicano. A partir del 1 de mayo de 1893 se incorporó a la Sociedad Ignacio Altamirano, de la que fue vicepresidente ese año. Como varios de los colaboradores periodísticos, era miembro de la Prensa Asociada.
Se conservan pocos testimonios que analicen la obra de este escritor; predominan los comentarios positivos sobre sus galardones o sobre la publicación de sus textos, pero son menciones breves. Cuando vio la luz Flores de iris, Larrañaga envió su libro a Manuel Gutiérrez Nájera, iniciador del modernismo mexicano; en la carta que acompañaba el envío, el autor pedía de manera encomiosa a su destinatario que lo recibiera, leyera y comentara. Gutiérrez Nájera agradeció el encargo e hizo comentarios positivos en un artículo publicado en El Partido Liberal. El texto está lleno de consejos y pistas sobre los grandes sonetistas en lengua romance de aquel siglo, los cuales figuran en la obra de Larrañaga como influencias literarias: José María Heredia, Adelardo López de Ayala y Paul Verlaine. El Duque Job concluyó su reseña con una recomendación: “a veces guarde una lágrima dentro de irisada gota de rocío”.
Un año más tarde, en su “Prólogo” a Flor de luna —publicado en la Revista Azul—, Juan de Dios Peza escribió que “con sus Flores de iris [Manuel Larrañaga Portugal ha ganado] un lauro para su fama, cimenta en este poema su reputación para lo porvenir, se abre con su propia mano, provista de llave de oro, las puertas del Olimpo y entra en él con los aplausos que se atributan al genio y con la admiración que acompaña al original y a lo nuevo”.
Por su parte, Amado Nervo dedicó una de sus “Semblanzas íntimas” a describir al autor con las siguientes palabras: tenía “fisonomía de poeta. Por el bigote, y digo bigote por mera complacencia amistosa, aseméjase a los poetas del siglo de oro. Merced a la pomada húngara aquél erige a derecha e izquierda del labio sus puntas, casi verticales, como retando al cielo, que tan parco anduvo al formarlo”. En conjunto con “la melena corta y mirada altiva se apartan por su índole del triunvirato aquél”. En cuanto a la obra literaria de Larrañaga, el escritor nayarita comenta que fue
eminente e innovador; cúrase mucho de la originalidad ideológica y métrica y su inspiración siempre vigorosa, que suele amar lo que esplende, lo que fulgura, da entonces a sus creaciones el colorido vivo de los campos inundados de sol, de los crepúsculos marinos de agosto, del cielo coruscante en gloriosa mañana primaveral; suele asimismo tender su callado vuelo por las regiones de la sombra: va hacia el campo de batalla embozado en la noche y hace hablar a la postrer lágrima turbia prendida como diamante opaco en los párpados de un muerto; rastrea por el cementerio y sorprende el monologar eterno del esqueleto que bosteza de tedio por sus maxilares marfilinos y grasosos, o bien penetra el templo medioeval en cuyas ojivas tiembla la luz amarilla del ocaso y sigue al grifo que se cierne en los ámbitos de las oscuras naves, o que se posa en los grietados cornisones, futuro escabel de la noctívaga lechuza.
En julio de 1897 salió a la luz un artículo de opinión firmado con el seudónimo de Jack; en él, el autor se queja de los malos comentarios y comentaristas de El bachiller, entre ellos Larrañaga Portugal, quien “es un poeta, pero no me atrevo a creer que sea un crítico, ni mediocre siquiera, pues para serlo, además de necesitarse el sentimiento estético, se requiere un estado de cultura intelectual muy superior al que tiene Larrañaga”.
Por su parte, Ciro B. Ceballos, ya en sus memorias, lo describe como “un joven de morena piel reveladora de la presencia de sangre líbica en sus arterias, de aventajada estatura, delgado, nervioso, de ojos negros un tanto saltones, con amarillenta esclerótica. Su cabello era también negro. Usaba un mezquino bigotín apelmazado con pomada húngara, continuamente retorcido en sus puntos por los huesosos dedos de su dueño”. Y añadía que “sin haber estudiado declamación recitaba sus poesías de una manera varonil”.
“Después de haberle dejado de ver por muchos años —continúa Ceballos—, lo encontramos en Querétaro en 1917. Nos recitó un largo poema inédito […] con todos los defectos propios de un incipiente rimador. Su decadencia apresurada por desgracias de carácter íntimo era evidente. Poco tiempo después falleció aniquilado por la tuberculosis. Como poseía bastantes cualidades buenas, era digno de mejor suerte”.
En cuanto a la crítica contemporánea, en 1998 Adela Pineda Franco apenas lo mencionó en una nota al pie para hablar sobre el cosmopolitismo en los modernistas; destacó sobre todo la opinión de Juan de Dios Peza sobre Flor de luna, publicada en la Revista Azul.
Ya en 2016, Miguel Ángel Feria aludió a las afirmaciones de Manuel Gutiérrez Nájera sobre Flor de iris, pero confesó no haber tenido acceso al libro. Ello es notorio cuando supone que Gutiérrez Nájera adjudicó a Larrañaga la traducción de Trophées de José María Heredia, pues el Duque Job se refería a la traducción de Justo Sierra que apareció por partes en la Revista Azul.
Pese a lo que pudiera parecer, Manuel Larrañaga Portugal no figura en las historias de la literatura mexicana; en parte, como muchos de sus coetáneos, porque su obra fue eminentemente periodística. Cabe aclarar que no se afilió de manera total a ninguna de las escuelas de la época, pues heredó en parte la labor nacionalista. Asimismo, como poeta, comulgó con el proyecto romántico de Pedro Castera, Díaz Mirón y algunos otros escritores de corte becqueriano, además de contar con influencias de las dos generaciones modernistas, pero sin pertenecer del todo a ninguna de ellas (a la primera, por su edad, y a la segunda, quizá por huir del escándalo decadentista).
También podría hacerse una comparación con la suerte del escritor Ciro B. Ceballos, quien por sus filiaciones y amistades políticas terminó siendo encarcelado y dejó de lado su obra literaria en pro de su lucha política.
Obra publicada
Chapultepec. Poema histórico. México, Tipografía de Aguilar e Hijos, 1887, 40 pp.
Flores de iris. Prólogo de Joaquín Trejo. México, Eduardo Velázquez, 18[93], 24 pp.
Sobre el océano. Zarzuela en ocho cuadros, tres actos y en verso. Antonio de María Campos, música; libreto de Manuel Larrañaga Portugal. México, Tipografía de El Mundo, 1896 (“Libretos premiados en el concurso de El Mundo”).
Bibliografía crítica
Ceballos, Ciro B., “El dios del vino”, en Panorama mexicano, 1890-1910 (Memorias). México, Coordinación de Humanidades-Universidad Nacional Autónoma de México, 2006 (Al Siglo XIX. Ida y Regreso).
Feria, Miguel Ángel, “El canon parnasiano de la poesía modernista mexicana”, en Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. lxiv, núm. 2 (2016), pp. 457-493.
Gutiérrez Nájera, Manuel [El Duque Job], “A Manuel Larrañaga Portugal”, en El Partido Liberal, t. xvi, núm. 2613 (26 de noviembre de 1893), p. 1.
Jack, “Un paréntesis literario. El bachiller”, en El Popular, t. i, núm. 187, p. 1.
Nervo, Amado [Rip-Rip], “Semblanzas íntimas. Manuel Larrañaga Portugal”, en El Nacional, año xvii, t. xvii, núm. 183 (10 de febrero de 1895), p. 2.
Peza, Juan de Dios, “Flor de luna. Prólogo al libro del mismo nombre de Manuel Larrañaga Portugal”, en Revista Azul, t. i, núm. 12 (22 de julio de 1894), pp. 182-184.
Pineda Franco, Adela E., “El afrancesamiento modernista de la Revista Azul (1894-1896): ¿un arte decadente o una apología del progreso positivista?”, en México-Francia. Memorias de una sensibilidad común. Siglos xix-xx. Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/El Colegio de San Luis/Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998, t. i, pp. 395-417.
Ruiz Castañeda, María del Carmen, y Sergio Márquez Acevedo, Diccionario de seudónimos, anagramas, iniciales y otros alias usados por escritores mexicanos y extranjeros que han publicado en México. México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2014.