1946 / 10 oct 2017 13:19
Abad tradujo a Virgilio y escribió un poema latino en hexámetros, De Deo, Deoque Homine, compendio de la doctrina teológica seguido de una vida de Cristo. Se elogian en él la concisión sentenciosa y grave, “el arte con que llegó a encerrar en tan limitado espacio toda la economía del cristianismo” —aun dejando sitio a ciertas alusiones de temas mexicanos: el Pico de Orizaba, la flor de la “pasionaria”, la luciérnaga, la Guadalupe—, y la oportunidad de las efusiones líricas con que anima la materia didáctica. Se le objeta el no estar exento de resabios del cultismo manido o alambicamiento adquiridos en la frecuentación juvenil de la Argenis, de Barclayo. Se justifican sus neologismos por la novedad del asunto. Se advierte que, con los años, su estilo llegó a una gran tersura. Puso en latín el soneto de Guevara “No me mueve, mi Dios, para quererte”. Cantó también al protomártir mexicano San Felipe de Jesús.