Periodista nacido en Aguascalientes. Dedicó su pluma a redactar epigramas, artículos humorísticos y crónicas teatrales, bajo los seudónimos de Kien y Pepe Nava. Su incursión en el teatro de revista fue no sólo afortunada, sino que puede considerarse como uno de los pilares del género. Fue autor de numerosas obras de teatro de revista y zarzuelas consideradas clásicas del género y de la dramaturgia mexicana en general. Muchas de las letras de canciones que compuso para sus piezas de revista han pasado a ser del domino popular, tales como «La norteña» y «Ojos tapatíos». Obra dramática: Chin-chun-chan (1904), La onda fría (1909), El surco (1911), El país de la metralla (1913), Las musas del país (1914), El tenorio Sam, La vendedora de besos, Atiza, Así son ellas, entre muchas más.

Estudió el bachillerato en el Instituto Científico y Literario de Aguascalientes. Hacia 1893, con un grupo de condiscípulos, fundó y colaboró en El Estudiante, comentado los sucesos del día. Trabajó en Puebla como taquígrafo parlamentario del Congreso del Estado, bajo la dirección del general Mucio P. Martínez; por ese tiempo hizo constantes viajes a México para asistir a los estrenos del Teatro Principal, creciendo con ello su gusto por el teatro. En la ciudad de México, gracias a la oportunidad que le brindaron Luis G. Urbina y Rafael López, quienes trabajaban en la Secretaría de Educación y Bellas Artes, entró a trabajar en la Secretaría particular, al lado del ministro Justo Sierra. Perteneció a la Sociedad Mexicana de Autores (de la que fue director). Sus primeros versos fueron publicados en Revista Moderna; colaboró en Savia Moderna, La risa (que fundó y dirigió), Revista de Revistas, Arte y Letras, Mundo y La Semana Ilustrada (de las que fue director), Multicolor (que dirigió de 1911 a 1912), Escribió crónica teatral y fue director en 1912 de El Mundo Ilustrado. Publicó en Azulejos (1921-1923). Algunos de sus poemas aparecieron en “Los Lunes Literarios” de El Imparcial. Colaboró en El Mundo, La Nación, en la columna “La broma diaria” de El Heraldo de México y en El Día, El Sol. Ingresó a la redacción de Excelsior con la columna dominical “La vida en broma”, firmando como “Pepe Nava” y “Kien” cuando publicó, durante veintitrés años, epigramas o reseñas teatrales. Durante su estadía en La Habana, colaboró en periódicos cubanos como El Heraldo de Cuba.

José Francisco Elizondo Sagredo fue dramaturgo, poeta y cronista teatral y una de las figuras sobresalientes del teatro mexicano en los inicios del siglo xx por su sátira perspicaz y popularidad que alcanzaron sus zarzuelas. En su primera etapa, su poesía estuvo a tono con la vanguardia del modernismo, como en Crótalos. Más de cien epigramas de Kien reúne la poesía festiva y epigramática en que comentó situaciones cotidianas y acciones humanas con espontaneidad y lucidez humorística. A decir de Carlos González Peña su obra dramática evidencia a “un observador de la existencia; un pintor de tipos y costumbres, un costumbrista, en fin, con sus puntas de moralista; un poeta satírico y festivo que destilaba gracia, atinaba a percibir los más leves perfiles de lo cómico, se reía y nos hacía reír de las flaquezas humanas”. De esta índole son también sus numerosos artículos reunidos en La vida en broma y Con las gafas alegres. Como autor teatral, Chin-chun-chan tuvo gran éxito en el Teatro Principal con más de diez mil representaciones. Escribió libretos de más de cuarenta zarzuelas, en prosa y verso, revistas musicales y con Manuel Esperón y Ernesto Cortázar, letras de las canciones interpretadas en la cinta, Yo bailé con Porfirio Díaz. Es autor del argumento de la película, El rosario de Amozoc (1938). Dejó inédita una novela de tema mexicano.