1995 / 16 oct 2018 07:07
Leopoldo Zamora Plowes (1886-1950), activo periodista, creó varias revistas, empleó los seudónimos Croac Croac y Apolodoro y escribió una sola, extensa y muy curiosa novela, Quince Uñas y Casanova aventureros (2 volúmenes, 1945). Esta “novela histórica y picaresca” se refiere al periodo que va de la caída de Iturbide, 1824, a la última de Santa Anna, 1855, y es tan divertida en la narración como en las dos mil notas que suman las que acompañan cada capítulo. Cuenta Zamora Plowes que: “Aprovechando un receso en sus labores periodísticas habituales, el autor de esta novela anotó historias, monografías, memorias, relatos de viajeros, costumbrismo, humorísticas, guías, periódicos, etcétera, acerca de esta época.” Y añade:
En el estilo general de la obra ha procurado eludir el tono en boga; terrorífico, crudo y brumoso, tan socorrido por nuestros últimos novelistas, y ha adoptado el picaresco como expresión de una sociedad desencantada y sin brújula y más de acuerdo con la idiosincrasia del mexicano, el cual unge su tragedia con humorismo.
En homenaje al espléndido retrato que de ella hizo el pintor Juan Cordero –que puede admirarse en el Museo Nacional de Arte, por donación de Arturo Arnáiz y Freg–, reproduzco en seguida la descripción que hace el novelista de doña Dolores Tosta, cuando casó con Santa Anna:
Llevaba con dignidad y soberanía su natural hermosura. La cabellera negrísima, con corona de azahares, peinada en bandós amacizados en cuencas sobre las orejas, encuadraba una frente regular y blanca [...] Alta, de cuello albo, los pechos túrgidos, el nacimiento velado por finísimo encaje, descotada hasta los hombros perfectos, lucían los torneados brazos su blancura. Vestía túnico blanco, todo de blondas de Bruselas, sujeto al talle elástico que resaltaba la redondez de las caderas…[1]
Y, como muestra de las notas, y para ilustrar el título de la novela, este apunte maligno:
Se le llama "quince uñas" a Santa Anna, por las diez de las manos y las cinco de su único pie y por su fama de ladrón; en realidad debería ser ‘catorce uñas’, pues le faltaba un dedo de la mano derecha, el cual perdió con la pierna.[2]
El Casanova del título de la novela, es un imaginario biznieto del seductor veneciano, y había sido novio de Doloritas, todo ello pretexto para enhebrar lances divertidos. Vito Alessio Robles en 1945 decía que esta novela supera “en sabor y colorido” a las de Artemio de Valle-Arizpe y de José Rubén Romero. Y Edmundo Valadés (“Excerpta”, en Excélsior, 14 de agosto de 1982) afirmaba que la novela “debería tener un sitio y un reconocimiento destacados”. Felizmente, tan interesante novela se ha reeditado (2 volúmenes, México, Patria, 1984), con un buen prólogo de Josefina Zoraida Vázquez y una cronología de Zamora Plowes. Para una próxima edición, sugiero que se le añada un índice que facilite la consulta de las notas de Quince Uñas y Casanova aventureros.
Estudió Ingeniería algunos años en la Escuela de Minería y más tarde Leyes, que tampoco concluyó por dedicarse por completo al periodismo. Muy poco antes del inicio de la Revolución Mexicana colaboró en el diario La Patria. Fue director de El Tiempo y editor de La Verdad, periódico bisemanal, del que se publicaron treinta y ocho números (febrero a julio de 1912). Con Rafael Alducin, Heriberto Frías, Rafael Pérez Taylor y otros fue editor de El Monitor. Diario de la Mañana (1914–1915), y con M. Hernández Galván y José Agüeros, del periódico antihuertista El Radical. Diario Político de la Tarde (1914–1915) para más tarde participar en el abc. Periódico Ilustrado de Política y Variedades (1917–1918), contrario a Carranza. A causa de su trabajo en esta última publicación fue enviado a Chihuahua en un “viaje de rectificación”, que le causó una fuerte crisis que lo llevó a un hospital estadounidense. De nuevo en México regresó al periodismo en El Sol (1924) y, junto con su hermano, dirigió el Magazine de Geografía Nacional (1925) y el Magazine Continental (1925–1937), donde utilizó el seudónimo Croac–Croac. Al fracasar esta última empresa editorial se dedicó a su verdadera pasión, la investigación histórica.
Leopoldo Zamora Plowes escribió una única novela, Quince Uñas y Casanova, aventureros, que se ocupa de los sucesos en México entre 1824 y 1853. Inspirada en la narrativa picaresca, mezcla en su relato personajes históricos —Antonio López de Santa Anna, la Güera Rodríguez, Miguel Miramón y Concepción Lombardo, su esposa— con personajes imaginarios, como Juan Jacobo Casanova, nieto del famoso seductor italiano. Basada en una minuciosa investigación de fuentes documentales, la narración reconstruye puntualmente gran parte de la vida del siglo xix, por lo que bien se le puede considerar una novela de carácter costumbrista.