Estudió en el Seminario Conciliar de Chilapa y en la Escuela Normal de Chilpancingo, de su estado natal; en 1910 fue becado para perfeccionarse en la Escuela Normal para Maestros de la Ciudad de México. En esta institución conoció a Francisco González Guerrero y a Gregorio López y Fuentes, con quienes fundó la revista Nosotros (1912-1914), bajo los auspicios de su profesor, el poeta Rafael López. Simpatizante de la Revolución, se afilió al movimiento agrario del sur, por lo que estuvo en Toluca y Cuernavaca; posiblemente murió durante algún combate, después del 6 de julio, fecha que figura en uno de sus últimos poemas.
Rodrigo Torres Hernández es autor de Por la senda sonora, que le valió el reconocimiento de buen poeta, por lo que sus versos aparecieron en varias antologías. Su obra consta de menos de medio centenar de composiciones; muestra la influencia de Rubén Darío, Enrique González Martínez y de Salvador Díaz Mirón; además, revela una sensibilidad romántica, influida por el modernismo parnasiano, sobre todo por la perfección formal y la recurrencia del verso alejandrino, especialmente en sonetos. Su tema principal es el amor casto y melancólico a una mujer, que se da en el ensueño y la quimera, palabras que aparecen con frecuencia en sus versos.