José Gorostiza

La poesía mexicana alcanza con José Gorostiza (1901-1973) su momento de mayor incandescencia. Es costumbre de la crítica comparar Muerte sin fin, su obra más dilatada, con los poemas más grandes de nuestro idioma, y aun con los mayores de la lírica moderna. Con ellos comparte la índole del genio y también con ellos es a su manera imagen del fracaso. De enérgica presencia en la poesía mexicana posterior, Gorostiza sufre la misma suerte de un poeta con el que guarda varias similitudes: Góngora. Al igual que el poeta cordobés, Gorostiza es el mayor creador verbal en su tiempo, en su patria, y como él recibe un acercamiento ambivalente: Gorostiza y Góngora son hoy poco divulgados en sus pueblos respectivos, y a raíz de la exigencia de parte de su poesía —las Canciones para cantar en las barcas refutan esta idea— suelen ser visitados por un grupo reducido de lectores que reconocen en ellos la música, la inteligencia y la perfección.

Del ejercicio intelectual de Gorostiza podemos destacar tres zonas. Las primeras dos atañen a la literatura: la poética y la crítica. Ambas se nutren entre sí, y no es raro que, en la misma línea de Wilde, su crítica llegue, por ingenio y agudeza, a ser creación. La tercera interesa a la historia de los intelectuales y se aparta de las anteriores. Es el trabajo burocrático y diplomático que durante varias décadas lo condujo a actuar en las instituciones de cultura y en la política mediante el empleo de la palabra.

Hay consenso en ubicarlo como el núcleo de nuestra poesía moderna y en hablar de Muerte sin fin como su punto más alto.

 

mostrar Noticia vital

El 10 de noviembre de 1901 nació José Gorostiza Alcalá en San Juan Bautista, Tabasco, hoy Villahermosa, y murió el 17 de marzo de 1973 en la Ciudad de México. Sus padres fueron Celestino Gorostiza Escauriza, vizcaíno, y Elvira Alcalá, oriunda de Campeche. José fue el segundo de cinco hijos. Sus hermanos fueron María del Carmen, Celestino (dramaturgo y director de cine y teatro), Eduardo y María del Socorro. Desde la edad temprana se origina la amistad con otro gran poeta de Tabasco, Carlos Pellicer, vínculo intenso como se percibe en su intercambio epistolar y en el retrato que Gorostiza, en 1968, hizo de Pellicer, donde la amistad se profundiza hasta la intimidad de los hermanos.

Por motivos económicos derivados de la Revolución el padre lleva a su familia a Aguascalientes, donde Gorostiza empieza a estudiar la preparatoria en el Instituto Científico y Literario. Hacia 1918, debido a la mala salud del padre, la familia se traslada a la capital del país. José ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria, en la cual concluye su formación media. Dentro de sus aulas conoce a la juventud de intelectuales que pronto aprovechará la coyuntura política para incorporarse a la labor cultural desde el poder. Perteneciente a un grupo de jóvenes escritores que Guillermo Sheridan califica de “efebocracia”, Gorostiza, junto con la primera generación de los Contemporáneos (Torres Bodet, Ortiz de Montellano, González Rojo), se adhiere a las gestas educativas que en esos años encabeza José Vasconcelos, bajo el gobierno de Álvaro Obregón.

Alrededor de 1920, tras estudios truncos de Jurisprudencia, incursiona en publicaciones periódicas: San-Ev-Ank, El Monitor Republicano, El Universal Ilustrado, El Maestro, México Moderno, El Heraldo de la Raza y la Revista Nueva (que también dirige con Enrique González Rojo en 1919). El Maestro fue una de sus colaboraciones más importantes en la era de Vasconcelos; la otra fue la adaptación de textos en las Lecturas Clásicas para Niños. Dirigió la Colección Cultura de la Editorial México Moderno, donde, según José Emilio Pacheco, rescató la tradición propia y la sumó a la hispanoamericana y la francesa. Enseñó como profesor titular de Literatura General y de Literatura Mexicana e Iberoamericana en la Escuela Nacional Preparatoria, así como de Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM durante 1929. En ese año colabora en Contemporáneos con los poemas “Espejo no” y “Adán”. Alejado de figurar en primer plano, no duda en incidir en las polémicas de su tiempo con mano crítica y en defender sus puntos de vista, que muchas veces fueron los de su grupo, contra el oleaje enemigo. En 1932, por el ataque a la revista Examen de Jorge Cuesta, abandona la Secretaría de Educación Pública, donde por breve periodo había dirigido el Departamento de Bellas Artes.

Tradujo algunas obras que hoy son poco conocidas (Maya de Simón Gantillon; La conversación de André Maurois; Ada Negri de Édouard Schuré; un poema de Edna St. Vincent Millay; "Retrato de Charles Chaplin" de Waldo Frank) y no concluyó el proyecto de traducir una obra esencial: el Monsieur Teste de Paul Valéry, poeta de quien recibe hondo influjo. La traducción de Millay es simbólica: el poema "Lamentación" (Lament), cuyo motivo es la muerte del padre, aparece en El Maestro en 1921, mismo año de la muerte de Celestino, padre de Gorostiza. Como ademán de adiós, el acto de traducir la pieza es reflejo del drama personal y de la maduración del varón que en adelante debe hacerse cargo de la familia.

Pocos años antes de 1920 empieza a publicar poesía y deja de hacerlo en 1948. Practicó el género ensayístico también desde su juventud, y lo prolongó hasta fines de los sesenta, la mayoría de las ocasiones dentro de las páginas del periódico. Tuvo en el arte además otra afición: el teatro. No sólo hizo crítica del teatro, sino que también lo impulsó y aun incursionó en la dramaturgia, en particular en el drama sintético y en el sketch. De lo último nos queda una pieza breve, Ventana a la calle, y de lo demás sus textos críticos, de corte periodístico o programático, sobre todo el proyecto para el Teatro de Orientación y un artículo publicado en Examen acerca del mismo tema, ambos de 1932. Miguel Capistrán habla de la importancia de divulgar el teatro para Gorostiza: a partir del estado depresivo del teatro nacional, Gorostiza apuesta por una revitalización basada en obras dirigidas al gran público. De ahí que, según Capistrán, Gorostiza haya incursionado en el sketch a mediados de los veinte, aunque después haya repudiado sus propias obras por un prurito perfeccionista, y las haya destruido.

Gorostiza Alcalá contrae matrimonio en 1938 con Josefina Ortega. Su primer hijo, Luis Gabriel, nace el mismo año que Muerte sin fin: 1939. Martha, segunda hija, llega en 1941 y José, el menor, en 1945. En 1950 muere doña Elvira Alcalá, a quien su hijo había dedicado las Canciones para cantar en las barcas.

 

mostrar Ciclos poéticos

Su poesía nace depurada por el rigor. Dentro de su generación, es el poeta en que la disciplina del intelecto se manifiesta con mayor intensidad, sin alcanzar el raciocinio fulminante de Jorge Cuesta. Los versos se someten a severos procesos de perfección que derivan en el trazo rotundo y en la justa correspondencia entre las imágenes, así como en una reverberación inagotable de motivos y vocablos.

A los veinticuatro años publica su primer libro, Canciones para cantar en las barcas (1925), que recoge veinticinco poemas divididos en tres partes. La primera, de donde toma título el poemario, contiene las tres composiciones más célebres de la época temprana: “Quién me compra una naranja”, “La orilla del mar” y “Se alegra el mar”. Canciones se nutre de la lírica popular hispánica: oscila entre los trovadores galaico-portugueses, según Alfonso Reyes, y el Góngora de las letrillas; por este carácter es contemporáneo de Alberti y García Lorca  (Torres Bodet advirtió la semejanza con Alberti desde época temprana en Contemporáneos, notas de crítica de 1928). Otras fuentes son la poesía en lengua inglesa y los recursos de algunas vanguardias: en específico el sacrificio de la personalidad y del sentimiento en bruto para usar la pura mente creativa, de acuerdo con la teoría del “correlato objetivo” de Eliot. Tres filiaciones inmediatas se hallan en las Canciones: Enrique González Martínez, Ramón López Velarde y José Juan Tablada. Del primero recoge la introspección y la obsesión por el silencio. Del segundo, la ágil construcción de imágenes, que logrará su maestría en Muerte sin fin, así como algunas atmósferas de la provincia, brotes de sensualidad y un humor melancólico. Del último, los procedimientos de poesía sintética y vanguardista utilizados en la segunda y tercera secciones del poemario, recursos que Evodio Escalante vincula también con la estética del imaginismo. Bajo el sello de Editorial Cvltvra, las Canciones mostraron la calidad del poeta y fueron un sólido recuento de sus composiciones juveniles, así como una carta de presentación para su camino artístico. Llega, desde esta primera obra, a la madurez de las composiciones rotundas y complejas que se cantan con diafanidad.

En 1939, tras catorce años sin publicar un libro, aparece Muerte sin fin. Jorge Cuesta, cercano a la gestación de la obra, escribe dos de las primeras reseñas, donde indica, por una parte, la matriz romántica de su forma, y por otro, su aliento místico. Son dos hilos para recorrer el laberinto del poema. Lo romántico se deriva de la aventura intelectual que corre a contrapelo de la lógica con las alas de la paradoja y la ironía, con un discurso de heterogeneidad armónica, y que canta desde la voz del hombre solitario el enfrentamiento con aquello que lo trasciende. Al mismo tiempo, se entrevé en la cercanía de sus versos la energía de lo sagrado, revelada al poeta, tras una batalla, en las esencias de la vida. Acaso la crítica posterior sobre el poema ha fluctuado hasta nuestros días entre esos dos puntos —el carácter de lucha vital, intelectual, cáustica, en la voz poética y el infinito hacia el que se fuga—, todo a partir del abismo de un vaso de agua. Dice con claridad José Emilio Pacheco:


El poema mejor estudiado de la lírica sigue siendo un misterio. Todas las interpretaciones propuestas pueden ser válidas —o no serlo ninguna. El agua que toma forma por el rigor del vaso que la aclara significa, para muchos, la existencia, o el espíritu o la palabra. El vaso puede ser símbolo del tiempo, la muerte, la conciencia y la forma. Si los más optimistas han visto sólo la negación de la poesía en Muerte sin fin, para otros lo que niega el poema es la vida misma —de la cual la lírica es nada más canto y testimonio.


Muerte sin fin ha recibido muchos asedios. Sus 775 versos, en una silva de verso blanco que a veces se escapa de la alternancia entre heptasílabos y endecasílabos, y que hace contrapunto con dos cantos en versos de arte menor y alma popular, encarnan aquello que Borges decía de los clásicos: ahí todo parece “fatal, deliberado, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término”.

Veinticinco años después de Muerte sin fin se reúne la poesía de Gorostiza. El volumen incluye un libro inédito, Del poema frustrado, con siete partes, cuyas fechas de escritura van de 1926 a 1948. A caballo entre la poética de Canciones para cantar en las barcas y la de Muerte sin fin, Del poema frustrado podría leerse como umbral de Muerte sin fin, pero también como su filtro, y aun participar en correspondencia. La unidad de este poemario se comprende mejor en el coro del resto de la obra: su arquitectura ya comparte en algunas de sus piezas el ritmo de Muerte sin fin (especialmente en “Preludio” y “Épodo”), ya lo prolonga (en la posterior “Declaración de Bogotá”), pero siempre sostiene un diálogo con las Canciones. Aun con estos lazos y con el motivo que cifra en su título —la frustración—, Del poema frustrado no se subordina a Muerte sin fin, como la crítica en más de una ocasión ha querido afirmar. Vibra en la proporción de sus siete apartados entre la trinidad de las Canciones y los diez cantos de Muerte sin fin. Ese número, el siete, señala su ambivalente calidad como piedra de toque respecto a los otros poemas y como arquitectura musical de cuerpo equilibrado, equidistante de la introspección en las Canciones y del desorbitarse en Muerte sin fin.


 

mostrar Ráfagas de prosa

En 1955 pronuncia el discurso de entrada a la Academia Mexicana de la Lengua, Notas sobre poesía, que es al mismo tiempo teoría de la poesía y llave para penetrar en su obra. Las dos definiciones de la poesía que ofrece —una investigación de las esencias y un juego infinito de palabras que operan como espejos— resultan proverbiales para el lector de la tradición poética mexicana. Gorostiza dirige sus reflexiones a la creación del poema, a la naturaleza de la poesía y al carácter del poeta. Es relevante, asimismo, la vinculación de la poesía con la música y, sobre todo, con la arquitectura. Asienta sus ideas en ejemplos del arte universal y en el ambiente poético que percibía en aquella época. Años más tarde, en su propio discurso de entrada, Juan Rulfo ponderó las Notas de Gorostiza como “una de las exposiciones más trascendentales y profundas” en la historia de la Academia Mexicana.

En la década siguiente Miguel Capistrán se abocó a la reunión de la prosa de Gorostiza, que se encontraba dispersa en publicaciones periódicas y en el archivo del autor. Los primeros textos datan de 1921 y los últimos, de 1968. A lo largo de la compilación Gorostiza reflexiona sobre varias parcelas del arte, que Capistrán ordena en cinco secciones: “Teatro”, “Artes plásticas”, “Música”, “Letras” y “Varia”. En algunas de ellas —“Teatro” y “Varia”— incluye piezas de creación: dramaturgia, poema en prosa, diario, esbozo de novela y de poema, retrato y aforismos. Prosa, publicado en 1969 por la Universidad de Guanajuato, es fundamental para la comprensión del poeta, pues permite penetrar en la red de ideas que surgen a partir de sus inquietudes sobre obras, autores y espacios de la cultura. Son piezas, nos dice Pacheco, que ahora, dada la caducidad de su objeto de análisis, constituyen “un fin en sí mismas, sobreviven a la causa que les dio existencia”. La crítica comparte algunas de las cualidades de sus poemas: por lo general breve, pura en sus líneas, lúcida y, en algunos pasajes, cáustica, con equilibrio entre la idea aguzada y la imagen potente. En la compilación aparecen textos elementales para comprender su época y su grupo: el artículo que surge a partir de la polémica de 1932 sobre la literatura de vanguardia; el ensayo sobre Cripta de Torres Bodet (1937), donde expresa una postura crítica sobre la poesía pura y la poesía de los Contemporáneos; las dos piezas que dedica a López Velarde; y sus exámenes sobre el teatro mexicano. Asimismo, la prosa narrativa o poética abre cauces en regiones del autor antes poco conocidas, en especial el proceso de construcción en el “Insomnio tercero. Esquema para desarrollar un poema”, “Nocturno. Las Arengas” o “Metamorfosis del amigo”.

 

mostrar Diplomacias y silencios

En agosto de 1927 Gorostiza presenta los exámenes para ingresar al servicio exterior mexicano. Con el cargo de escribiente se embarca en ese año a Londres, donde vive en medio de depresiones emocionales y preocupaciones económicas por su familia. Al año siguiente renuncia y regresa a México.

A partir de 1935 se encuentra de nuevo en la Secretaría de Relaciones Exteriores, como jefe de publicidad. Comienza así la vida diplomática que lo conduce posteriormente a Bruselas, Ámsterdam, Copenhague (tercer secretario, 1937), Roma (primer secretario, 1939-1940), Guatemala (1940-1941), La Habana (consejero, 1942-1944), Países Bajos y Grecia (1950-1951), Florencia (1950), París (1951). Participa como Asesor de la Delegación de México en la UNESCO. Asiste a diversos congresos internacionales, culturales y políticos, y representa a México en varias ocasiones frente a la ONU. De 1937 a 1939 es secretario particular del Secretario de Relaciones Exteriores, Eduardo Hay; durante los momentos de ocio que el trabajo burocrático le deja, se dedica a escribir Muerte sin fin. En 1948 es delegado en la Novena Conferencia Internacional Americana, en Colombia; de ese año es el último poema que publica: Declaración de Bogotá.

Entre sus labores de mayor trascendencia (y discreción) resalta la escritura de la nota diplomática con que el presidente Lázaro Cárdenas comunica a Estados Unidos la Expropiación Petrolera en 1938, según nos informa Silvia Pappe. Asimismo, en 1961 tiene grandes repercusiones la decisión de abstenerse en el voto para expulsar a Cuba de la Organización de Estados Americanos. La labor de Gorostiza se sostuvo, pulcra y diligente, a lo largo de varias décadas. En 1953 funge como subsecretario de Relaciones Exteriores y en 1964 asciende a ministro. El último cargo importante es la presidencia de la Comisión Nacional de Energía Nuclear, en 1968. A pesar de ser figura toral durante casi medio siglo en la diplomacia de nuestro país, la trayectoria de Gorostiza en el servicio exterior está por ser investigada cabalmente. Dijo Paz: “El día en que se escriba la historia de la política internacional de México en el periodo contemporáneo se descubrirá la enorme influencia que ejerció José Gorostiza”. Tambien Paz asentó, al criticar a Torres Bodet, que la diplomacia es mala consejera de la literatura. Reyes, por su parte, puntualiza que en Gorostiza ambos campos están, con sabiduría y por fortuna, del todo aislados —incluso cuando tienen colindancia, como en el poema de Bogotá.

 

mostrar Epodo

Desde la publicación de Muerte sin fin Gorostiza consolidó su primacía artística entre los miembros de su generación. Luego del pronto aplauso, vinieron los reconocimientos: en 1955 entra a la Academia Mexicana y en 1968 se le otorga el Premio Nacional de Letras. Desde la perspectiva del discurso de 1968, al recibir el Premio, ya es consciente de la sedimentación de su poesía y de su integración como fruto primordial a la historia de la literatura mexicana: “Se ha dicho que mi obra es el punto final, la coronación o el remate, literalmente el monumento funerario de la poesía de una época que termina en mí”.

Entregado a la activa carrera diplomática, durante los últimos veinticinco años deja de publicar poesía y se silencia.

Gorostiza muere el 17 de marzo de 1973 en la Ciudad de México. Llega en vida a conocer la trascendencia de su obra.


Rodrigo García Bonilla

Fundación para las Letras Mexicanas

 

mostrar Bibliografía

1. Cuesta, Jorge. Obras reunidas II. Ensayos y prosas varias. Edición. Jesús R. Martínez Malo y Víctor Peláez Cuesta. Colaboración. Francisco Segovia. Prólogo. Christopher Domínguez Michael. México: Fondo de Cultura Económica, 2004. (Colección Obras Reunidas).

2. Escalante, Evodio. José Gorostiza: entre la redención y la catástrofe. México, D.F.: Casa Juan Pablos, 2001.72, 42, 43

3. Gelpí, Juan. Enunciación y dependencia en José Gorostiza. Estudio de una máscara poética. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 1984. 22

4. Gorostiza, José. Poesía y prosa. Edición y prólogo. Jaime Labastida. Edición, compilación y nota editorial. Miguel Capistrán. México: Siglo XXI, 2007. 328, XXI-XXIV

5. Pacheco, José Emilio. “Gorostiza y la paradoja de Muerte sin fin”. Diálogos. Vol. 1, núm 12, México, enero-febrero de 1965. 33-35. 33.

6. -------. “Prólogo”. José Gorostiza. Cauces de la poesía mexicana y otros ensayos. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad de Colima, 1988. 8, 9, 11, 13

7. Pappe, Silvia. “Al mar de uno mismo, gotas de poesía”. José Gorostiza, Poesía y poética. Colección Archivos 12. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989. 177, 180

8. Pereira, Armando (coordinación). Diccionario de literatura mexicana. Siglo XX. Colaboración. Claudia Albarrán. Juan Antonio Rosado. Angélica Tornero. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Ediciones Coyoacán, 2004.

9. Sheridan, Guillermo. Los Contemporáneos ayer. México: Fondo de Cultura Económica, 1985.

10. Reyes, Alfonso, “Alfonso Reyes frente a Gorostiza”. José Gorostiza, Poesía y poética. Edición. Edelmira Ramírez. Colección Archivos 12. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989, 343.

11. Trejo Sirvent, Marisa y José Luis Ruiz Abreu (coordinación). Páramo de espejos. Vida y obra de José Gorostiza. Villahermosa: Gobierno del Estado de Tabasco, Secretaría de Gobierno, 2010. 65.

 

mostrar Recursos en Biblioteca

A partir de los temas tratados en los artículos se trabaja en la compilación de monografías, ensayos o artículos elaborados por los principales estudiosos del país y de más allá de nuestras fronteras. El propósito es que los usuarios de la ELeM profundicen en los temas y confronten recorridos interpretativos sobre las obras, los autores, las estéticas y grupos, las publicaciones y las instituciones.

 

mostrar Enlaces externos

1. Ortega, Jorge. “José Gorostiza, poeta.” Letras Libres (enero de 2009). (Consultado el 12 de marzo de 2012).

2. “Conaculta recuerda a José Gorostiza. El poeta fue conmemorado a 110 años de su natalicio”. Milenio (9 de noviembre de 2011). (Cconsultado el 12 de marzo de 2012).

3. “Miguel Capistrán habla sobre José Gorostiza y Muerte sin fin.” Instituto Nacional de Bellas Artes. Bellasartesmex. (Consultado el 12 de marzo de 2012).

 



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José Gorostiza
10 de noviembre de 1901
Villahermosa, Tabasco
17 de marzo de 1973
Ciudad de México


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