Con licencia de Dios y su gastroenterólogo, Héctor Zagal nos tienta con una degustación de la cultura y la literatura. A los filósofos como él se les puede perdonar cualquier cosa, menos escribir sobre gastronomía. El autor de Gula y cultura, como sea, nos recuerda la gran literatura precisamente a través de sus sabores y texturas. Héctor Zagal paladea la cultura desde los orígenes de la humanidad, siempre tan ligados a la comida: esa tentadora manzana de Eva. Leva anclas junto a Marco Polo para sumergirnos en la legendaria ruta de la pimienta, la canela y el clavo. Y, por supuesto, no deja de lado la inolvidable afición de los poetas al vino. En la misma mesa brindan Homero, Baudelaire y Borges, entre otros, para cantarle loas a la sangre de la vid. La comida y la bebida son, sin duda, personajes fundamentales de la gran literatura. Basta con abrir un libro de fábulas, asomarnos, por ejemplo, al Quijote y sus jamones y garbanzos, o devorarnos un poema de algún poeta maldito, para abrirnos el apetito.