Se nos acercó hasta la Hispaniola
o Santo Domingo; y sus páginas sobre México —aunque acaso consultados en
manuscrito por Francisco López de Gómara y otros— no alcanzaron difusión en su tiempo y, aseguran
que por oposición de Bartolomé de Las Casas, permanecieron inéditas, hasta que en el XIX las
desentierran los eruditos. Autor desordenado y relativamente inculto —“apenas sabía qué sea el latín”—,
sin criterio para las fuentes, pero sagaz en la observación directa, los
extraños lo estiman por el hito que representa en la evolución del género, y
los propios lo objetan, concediéndole más paciencia que entendimiento.
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