De origen queretano, su familia fomentó en ella por igual el respeto por la sabiduría rural del Bajío y la apreciación de las bondades de la hermosa ciudad levítica y virreinal que ha sido su hogar la mayor parte de su corta vida. La antropología es la experiencia que la ocupa desde 1999, cuando inició su preparación profesional en la UAQ, articulada con proyectos de investigación y gestión cultural en el INAH, mismos que le han generado más dudas que respuestas sobre la naturaleza humana y sus expresiones culturales; en particular, sobre las poblaciones indígenas de las que todos nos nutrimos, aun sin poder reconocerlo del todo. El semidesierto queretano y el universo simbólico otomí chichimeca, incluyendo los cultos del agua y de la Xaha, han ocupado gran parte de sus esfuerzos y hallazgos etnográficos.